Melchor Fernández y Jesús Mella abrieron el ciclo de la
Asociación de la Prensa
Oviedo, Eduardo GARCÍA
La Nueva España (Oviedo) 30/04/2010
Antonio López Oliveros y Ovidio Gondi compartieron la pasión por el periodismo, el talento profesional, la honestidad de carácter y cierto espíritu indómito. También la estela de derrota y destierro a causa de la Guerra Civil y el posterior franquismo. Oliveros, de Puerto de Vega, vivió en las trincheras la guerra de Cuba y fue director del diario «El Noroeste», de Gijón. Ovidio González Díaz -Ovidio Gondi- era entreguino y murió en México sin haber regresado a su tierra natal.
Sus semblanzas abrieron ayer el ciclo organizado por la Asociación de la Prensa de Oviedo con motivo de su centenario. Fue en el marco del edificio histórico de la Universidad donde el profesor de Historia Jesús Mella y el periodista y consejero de Editorial Prensa Ibérica, Melchor Fernández Díaz, presentaron de forma necesariamente breve unas semblanzas que nos hablan de hombres comprometidos, de tristezas de desarraigo, de luchas de papel y sueños rotos.
«No es ésta la España que soñamos», le escribía Oliveros a su hijo. «No volveré» nunca a España, le advertía Gondi al propio Melchor Fernández en una entrevista en la distancia en 1980. Melchor Fernández cree saber la razón de aquella frase tan rotunda: «había llegado a idealizar tanto lo que había perdido que tuvo miedo a confrontarlo con la realidad».
Lo que había perdido era su Asturias, y a pesar de tantos años al otro lado del mar, Ovidio Gondi «nunca había dejado de ser un periodista asturiano, que conservaba su acento», antiguo reportero de guerra en las filas del diario «Avance», subdirector de la revista mexicana «Tiempo», redactor de subtítulos de películas en Nueva York para la Metro, y asesor del Estado de Israel para asuntos hispanoamericanos, entre otros destinos profesionales. Gondi regresó ayer a su tierra aunque fuera a bordo del recuerdo. «Regresar es volver para quedarse», le matizó un día a Melchor Fernández.
Ovidio Gondi llegó al puerto mexicano de Veracruz en 1939, embarcado en compañía de su esposa que estaba a punto de dar a luz. Tenía 31 años y ya alguna experiencia profesional desde que en 1931 fundara en la cuenca del Nalón la revista literaria «Orbayo», en la que colaboró entre otros el periodista Juan Antonio Cabezas.
Por su parte, Antonio López Oliveros emigró a Cuba siendo niño, y en la isla esculpió un perfil «sobrio, trabajador, íntegro, exigente», tal y como lo describió Jesús Mella. Fue amigo personal de Rosario de Acuña y Melquíades Álvarez y fue nombrado director de «El Noroeste» gijonés en 1917 para encontrarse de lleno con un oficio de «abnegación, sacrificio y vicio». Logra hacer de «El Noroeste» «un referente del republicanismo democrático a escala nacional y uno de los mejores diarios de España», siempre bajo el acoso implacable de la patronal gijonesa y las fuerzas vivas del conservadurismo local. «Al final acabó siendo una figura desacreditada para izquierdas y derechas» y olvidada para casi todos. «Me propuse hacer en "El Noroeste" un periodismo docente y decente», escribió en una ocasión. Hace tiempo que se presentó una propuesta para que Gijón tenga una calle a su nombre, quién sabe en qué cajón olvidada del Consistorio municipal.
Sus semblanzas abrieron ayer el ciclo organizado por la Asociación de la Prensa de Oviedo con motivo de su centenario. Fue en el marco del edificio histórico de la Universidad donde el profesor de Historia Jesús Mella y el periodista y consejero de Editorial Prensa Ibérica, Melchor Fernández Díaz, presentaron de forma necesariamente breve unas semblanzas que nos hablan de hombres comprometidos, de tristezas de desarraigo, de luchas de papel y sueños rotos.
«No es ésta la España que soñamos», le escribía Oliveros a su hijo. «No volveré» nunca a España, le advertía Gondi al propio Melchor Fernández en una entrevista en la distancia en 1980. Melchor Fernández cree saber la razón de aquella frase tan rotunda: «había llegado a idealizar tanto lo que había perdido que tuvo miedo a confrontarlo con la realidad».
Lo que había perdido era su Asturias, y a pesar de tantos años al otro lado del mar, Ovidio Gondi «nunca había dejado de ser un periodista asturiano, que conservaba su acento», antiguo reportero de guerra en las filas del diario «Avance», subdirector de la revista mexicana «Tiempo», redactor de subtítulos de películas en Nueva York para la Metro, y asesor del Estado de Israel para asuntos hispanoamericanos, entre otros destinos profesionales. Gondi regresó ayer a su tierra aunque fuera a bordo del recuerdo. «Regresar es volver para quedarse», le matizó un día a Melchor Fernández.
Ovidio Gondi llegó al puerto mexicano de Veracruz en 1939, embarcado en compañía de su esposa que estaba a punto de dar a luz. Tenía 31 años y ya alguna experiencia profesional desde que en 1931 fundara en la cuenca del Nalón la revista literaria «Orbayo», en la que colaboró entre otros el periodista Juan Antonio Cabezas.
Por su parte, Antonio López Oliveros emigró a Cuba siendo niño, y en la isla esculpió un perfil «sobrio, trabajador, íntegro, exigente», tal y como lo describió Jesús Mella. Fue amigo personal de Rosario de Acuña y Melquíades Álvarez y fue nombrado director de «El Noroeste» gijonés en 1917 para encontrarse de lleno con un oficio de «abnegación, sacrificio y vicio». Logra hacer de «El Noroeste» «un referente del republicanismo democrático a escala nacional y uno de los mejores diarios de España», siempre bajo el acoso implacable de la patronal gijonesa y las fuerzas vivas del conservadurismo local. «Al final acabó siendo una figura desacreditada para izquierdas y derechas» y olvidada para casi todos. «Me propuse hacer en "El Noroeste" un periodismo docente y decente», escribió en una ocasión. Hace tiempo que se presentó una propuesta para que Gijón tenga una calle a su nombre, quién sabe en qué cajón olvidada del Consistorio municipal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario