viernes, 1 de octubre de 2010

Del sueño de un imperio cristiano al ideal bolivariano*


El imperialismo español
y la imagen política
Anthony Pagden
Ed. Planeta. Barcelona. 1991
253 páginas. 1.500 pesetas


Jesús Mella
En ocasiones sorprende  -y gratamente-  la aparición de un libro como el que presentamos en una colección (Memoria de la Historia) dirigida expresamente al gran público y que solamente pretende recrearse a partir de personajes y hechos históricos, bien presentados de forma autobiográfica o bien episódicamente. Es decir, la historia como una novela, donde escritores de prestigio dan rienda suelta a percepciones y juicios que poco o nada tiene que ver con el rigor que exige el trabajo de historiador. Por el contrario, y de forma excepcional, El Imperialismo español y la imaginación política es una obra seria y sugestiva, apoyada en una amplia y cuidada base crítica, con puntos de vista atrayentes y valoraciones para el debate.
El autor, miembro de la junta de gobierno del King´s College y profesor de Historia Moderna de la Universidad de Cambridge, obtuvo el Herbert Eugene Bolton Memorial Prize de 1983 por The fall of natural man. The American Indian the origins of comparative ethnology, habiendo editado y traducido con éxito las Cartas de Méjico de Hernán Cortés.
Desde siempre, los siglos de dominio hispano y la acción de España en América atrajeron apasionadamente la curiosidad de los historiadores e investigadores anglosajones, llegando a constituir sus aportaciones  -por número y calidad-  un capítulo esencial en la historiografía hispanista. En esta ocasión, Anthony Pagden desarrolla bajo un ajustado título seis ensayos suyos  alguno de ellos leído o publicado parcialmente con anterioridad-, que convenientemente corregidos y ampliados, tras la consulta en bibliotecas de Italia y España, traza una perspectiva coherente de cómo a lo largo de res siglos fue pensado e imaginado el imperialismo hispano. Una lograda síntesis a la vez que una interpretación, singular en ocasiones, de una monarquía española que abre y cierra un ciclo histórico.
Y decimos singular por no decir arriesgada, pues Pagden señala que nunca hubo en la práctica un “Imperio Español” entendido como tal, a pesar de que reconoce que su estructura administrativa era de corte imperial, sino que lo que se dio desde el comienzo fue una confederación de principados  -en referencia a los territorios europeos-  reunidos sólo por la obediencia a un monarca común, siendo los territorios de América reinos integrados en la corona de Castilla y no colonias.
Anthony Pagden
Sin duda, el Imperio español  -o como quiera calificarse-  se convirtió en una forma especial de gobierno durante casi tres siglos y ello hizo que fuera la comunidad política más estudiada de Europa después de Venecia. Pagden se ocupa de la imagen que de él tuvieron los europeos del Sur  -la Italia española-  y los súbditos americanos, desde la grandeza del siglo XVI hasta el marasmo de fines del XVIII y principios del XIX o, lo que es lo mismo, desde la idea de la  monarquía universal a la de un régimen déspota, antítesis de las nuevas sociedades comerciales que habían de dominar el mundo entero. Imagen del Imperio que, para el autor, no cambió porque cambiara el propio Imperio, sino por haber dejado de hacerlo, por lo que llegó a representar a lo largo de trescientos años, tanto para los que estaban bajo su protección como para los que no lo estaban.
En el primer capítulo analiza los debates  -hecho sin igual en la historia de la colonización europea-  sobre la legitimidad del Imperio y la conquista de América, y su lugar dentro del nuevo imperialismo hispánico marcado por una fuerte tradición de aislacionismo.
Pasa luego a examinar el cambio en la respuesta al gobierno español en las más refinadas posesiones europeas de España: los estados italianos. Desde el proyecto amplio y atrevido de una monarquía española universal del filósofo y teórico político napolitano Tommaso Campanella, hasta la crítica de la corrupción y el despotismo español  -que habían llevado a la decadencia del Sur de Italia-  hecha por los ilustrados italianos: los economistas políticos o “filósofos comerciales” Doria y Genovesi, y el jurista Filangieri.


En los últimos capítulos  -a modo de prolongación del modernismo europeo-estudia el desarrollo de dos posturas ideológicas diferentes de independencia en la América española. Una, que fusionaba características políticas españolas e indias (patriotismo criollo) y que argumentaban Carlos de Sigüenza y Góngora, Francisco Javier Clavijero y Juna Pablo Vizcardo, y otra, más radical, inspirada  -como las críticas de los italianos-  en los ideales clásicos del republicanismo virtuoso y la sociedad “bien ordenada” y por la que apostaba Simón Bolívar, según razona el autor.
En fin, un análisis importante de la gran influencia de la España imperial en la Historia europea moderna y de la evolución de la imagen política que el imperialismo español tuvo a lo largo de trescientos años, principalmente entre pensadores y visionarios que, aun estando bajo su administración en muchos casos, criticaban a sus gobernantes castellanos, todavía aferrados a ideas de grandeza militar y al código del honor.
* Publicado en el suplemento CULTURA del diario La Nueva España (Oviedo), 24 de enero de 1992, p. 48

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