Entre la ciencia del Derecho y el
arte de la política
Melquíades Álvarez, jurisconsulto
Manuel Álvarez-Buylla Ballesteros
Ediciones de la Universidad de Oviedo
Oviedo, 2020
Col. Estudios (Investigaciones de Ciencias Jurídico
Sociales)
288 pp.
29 euros
ISBN: 978-84-16343-83-6
Hace tres
décadas que tuve la oportunidad de indagar sobre las vicisitudes personales del
gran gijonés y asturiano Melquíades Álvarez, aunque universitario ovetense y
catedrático de Derecho romano en la alma mater de Fernando de Valdés,
fascinándome especialmente con cuatro valores que sobresalían ya en la etapa
formativa y docente: de clase muy humilde, supo mantener la actitud de servicio
a los demás durante toda su vida; dotado de una inteligencia poco habitual, y no
solo con un verbo fácil y vehemente que conmovía a sus auditorios, demostró
desde el principio una sincera honradez y gran moderación de juicio, que le
impulsaba a sobreponerse frente a cualquier ambición personal, y le llevaba a
reconocer sin ambages el mayor mérito de sus contrarios, si era procedente,
aunque sus más íntimos amigos no compartieran su criterio.
No entendió la
actividad más que desde el estudio y formación, asumiendo los postulados del
Grupo de Oviedo, que le protegió inicialmente y le impulsó posteriormente, lo
cual significa que fue hombre de grandes horizontes, superando la quietud de la
tierra de origen, aunque ello le complicara mucho su existencia, formulando ideas
y defendiéndolas con ardor y plena convicción, a la par que combinaba la
elaboración teórica con un pragmatismo político.
Finalmente, fue
un hombre de Derecho y del Derecho, ya que, si la base científica de las aulas
de Vetusta abarcaba las diferentes ramas del saber jurídico, esa fundamentación
es la que explica que posteriormente ejerciera la Abogacía con extraordinario
éxito, en Oviedo y en Madrid, gozando de la confianza de sus colegas del
Colegio profesional, y destacando en múltiples materias, conforme a los asuntos
que llegaban a su bufete.
Ha tenido que
pasar mucho tiempo para que en los albores del presente siglo el tribuno
Melquíades Álvarez haya tenido, por fin, un significativo reconocimiento a su
trayectoria y aportación a la convivencia política entre españoles, mediante la
concesión de una calle a su memoria en la capital de España. Si bien, no es
nuevo este tipo de iniciativas, puesto que existen ya calles con su nombre en
Asturias y a lo largo de la geografía española, este hecho –aunque parezca un
pequeño consuelo– sí cobra mucha importancia en el tensionado momento político
en que vivimos, al ser una decisión consensuada de los diferentes grupos
municipales del Ayuntamiento de Madrid tras acuerdo tomado en la Junta
Municipal del Distrito de Centro, en el que se ponderó –a pesar de las
diferencias ideológicas entre ellos– la figura del destacado político asturiano
y conviniesen con entusiasmo dicho nombramiento a un espacio público en marzo
de 2017, reemplazando una antigua nominación en el madrileño barrio de
Vallehermoso.
Este sencillo, pero
elocuente gesto, que ha pasado prácticamente desapercibido para la prensa y
resto de medios de comunicación, tanto nacionales como asturianos, convierte
nuevamente –y de alguna manera– a Melquíades Álvarez en lo que siempre aspiró
en vida: a ser una persona de concordia y conciliación política entre todos los
españoles, tal vez la virtud que más se echa en falta en estos tiempos por ser
más necesaria que nunca para afrontar los retos del porvenir.
La figura del
político y jurista asturiano ha estado durante muchas décadas olvidada por la
historiografía al uso, soterrada o a la sombra de otras personalidades de la
época –como sucede con la de Manuel Azaña, correligionario del reformismo en
su momento–, y, en consecuencia, ha estado estigmatizada –entre otras razones–
por sus ideas liberales y templadas, y también por su praxis política,
incomprendida en no muchas ocasiones. Su posibilismo, en aras al logro de sus
concepciones políticas, le había llevado al pacto con las izquierdas y otras
fuerzas republicanas al comienzo de su carrera pública, actitud que prorrogó
posteriormente como jefe del Partido Republicano Reformista, fundado de
facto en abril de 1912. Pero, aunque su posicionamiento e ideales
republicanos, laicistas y anti caciquiles no mudaron substancialmente, como consecuencia
de los cambiantes contextos políticos hubo de acomodarse al paisaje de una
España cada vez más crispada, pregonando la moderación e incluso –antes de que
sus seguidores lo presintiesen– recetar la conocida y polémica fórmula teórica de
la «accidentalidad de las formas de Gobierno». El advenimiento de la Segunda
República trastornó muchas cosas y su figura fue relegada a un segundo plano,
viéndose obligado a refundar el melquiadismo con el denominado Partido
Republicano Liberal Demócrata –de escasa implantación y posicionado en el
centro-derecha– para adaptarse a la nueva política y, posteriormente, tomar la
comprometida decisión de pactar con las fuerzas de la derecha.
Ese giro
político –para unos aparente y para otros real– no le fue perdonado en su época
por los diferentes adversarios –de uno y otro lado– del espectro político.
Camino ya de un siglo desde su trágico fallecimiento en agosto de 1936, seguían
sin perdonárselo las grandes formaciones herederas –PSOE y derecha sociológica–
que han venido conformando en estos años los grandes partidos políticos
actuantes en España. De ahí su olvido consciente.
Para corroborar
lo que afirmamos respecto al talante de Melquíades Álvarez, es suficiente la
lectura de sus discursos parlamentarios desde julio de 1901 –año en el que
obtuvo su primera acta de diputado al Congreso por Oviedo– hasta las
intervenciones próximas al final de sus días, para constatar que su ideario se
mantuvo fiel a los intangibles principios básicos en los que creía y predicaba.
Esencialmente, la consolidación de una tercera España de concordia, que
favoreciese el acuerdo, la convivencia pacífica y el progreso en nuestra
nación, objetivo al que se llegaría desde una paulatina evolución –o revolución
desde arriba– y para lo cual quería y quiso contar, en su momento, con la ayuda
del rey Alfonso XIII y el apoyo de la burguesía española. Esta era también, a
su juicio, la única vía posible y pacífica para acabar –entre otras lacras– con
el analfabetismo y la miseria imperantes, para lo cual dirigió desde bien
temprano todos sus esfuerzos en aras de la educación del pueblo; ideales krausistas
que le inculcaron desde joven en el claustro de la prestigiosa Universidad de Oviedo
y, especialmente su mentor, Leopoldo García-Alas y Ureña, Clarín. De
hecho, durante los años de 1912 y 1913 abandona prácticamente la actividad como
abogado para recorrer España en una intensa labor de propaganda.
Desgraciadamente, aquel rey perjuro traicionó el proyecto reformista,
auspiciando luego el arribo de la Dictadura de Primo de Rivera, y con ello dejó
en el aire los anhelos de prosperidad y armonía social con los que soñaba
Melquíades Álvarez.
No obstante, si
nos hemos de referir a tiempos más recientes, aquellos afanes no cayeron en el
olvido con el paso del tiempo, tras sobreponerse nuestra sociedad a una guerra
fratricida, y a un nuevo y largo régimen autoritario. Es así, que gran parte de
sus ideales políticos están recogidos en nuestra Constitución vigente (1978),
por lo que podemos afirmar, sin rubor alguno, que actualmente su
posicionamiento y aspiraciones son aceptados por una gran mayoría de ciudadanos
españoles que desean una convivencia pacífica y próspera, como así quedó
reflejado en el acuerdo tomado en la Junta Municipal del Distrito de Centro del
Ayuntamiento capitalino, al que hemos aludido.
El desinterés
durante muchos años por su figura, y por su actividad política y profesional, ha
supuesto que la bibliografía sobre el tribuno continúe siendo a día de hoy ciertamente
escasa, o insuficiente, pese a los loables esfuerzos por rescatarla del olvido durante
estos últimos años, por parte de algunos estudiosos. Contra esa desidia
intelectual lleva años luchando su bisnieto, autor de la presente obra, Manuel
Álvarez- Buylla Ballesteros, quien en 2006 sacó a la luz la tesis doctoral de
Melquíades Álvarez titulada La pena, su naturaleza. Examen y crítica de los
más importantes sistemas que sobre este punto han aparecido en la
ciencia –presentada en 1886 en la Facultad de Derecho de la Universidad de
Madrid y hasta entonces inédita– con un estudio introductorio, obra publicada
por la Universidad de Oviedo; dos años más tarde de la obra precedente, publicó
–en edición bajo su responsabilidad– los Discursos Parlamentarios (Oviedo, 2008).
Son solo dos ejemplos de su incansable empeño por investigar, a través de
nuevas fuentes históricas, la peripecia vital de su bisabuelo, con el propósito
de arrojar luz sobre hechos y circunstancias poco conocidas, como fue –por
citar un asunto nunca suficientemente aclarado– su trágico final en la vorágine
de 1936.
Este estudio,
por tanto, ha de considerarse continuación de ese proyecto personal, que el
autor inició hace dos décadas, examinando con rigor lo que hasta el presente nunca
se había hecho: la descollante actividad profesional como abogado del político
asturiano, y su relevancia como jurisconsulto de su tiempo.
Las facetas de
abogado y político han caminado juntas, sin estorbarse, durante toda la vida de
Melquíades Álvarez, hasta el punto que no podría entenderse una sin la otra, y
viceversa. Es por ello, que este estudio sobre su dedicación a la abogacía – con
el examen de los casos más relevantes por él llevados– y al Derecho en general,
viene a complementar otros trabajos –principalmente biográficos– del prócer asturiano
al uso, abriendo la posibilidad de que en el futuro se escriba una biografía
concluyente del poliédrico tribuno gijonés, en la que se expliquen sus
conductas políticas, a la luz de las circunstancias profesionales y ambiente
familiar.
Como se ha insinuado
antes, es destacable también, en esta obra, el capítulo referente a los últimos
días de vida de Melquíades Álvarez –segada en la noche del 22-23 de agosto de 1936
en la Cárcel Modelo de Madrid–, en el que a través de irrefutables fuentes
primarias, muchas de ellas inéditas hasta hoy, el autor llega a unas conclusiones
que se apartan de las tesis y explicaciones asentadas hasta ahora en otras biografías
sobre el tribuno, y en los estudios históricos generales sobre aquel momento de
España.
Finalmente,
hemos de destacar la catalogación que se hace de la biblioteca particular de
Melquíades Álvarez; en concreto, lo que quedó de ella tras su incautación durante
la Guerra Civil. Ofrece a los investigadores múltiples datos para examinar las corrientes
doctrinales que le sirvieron en el manejo de las distintas disciplinas
jurídicas; hay también una valiosa referencia sobre libros y autores de ciencia
política y de literatura en general, que leyó con fruición, forjando su
ideología y carácter. El anexo correspondiente con todos los títulos que se
conservan de la citada biblioteca, y el referente a los múltiples casos que
defendió ante el Tribunal Supremo (Madrid), hacen que esta obra sea una
inestimable aportación en esta materia, por la abundancia de fuentes inéditas
que se descubren en ella y, como el propio autor indica, ojalá sea el punto de
partida para quienes deseen profundizar en el conocimiento interdisciplinar de
la vida y obra de Melquíades Álvarez y González Posada.
Define Ulpiano, nombre
que asumió Melquíades en un grupo gijonés, que la jurisprudencia implica el
conocimiento de las cosas divinas y humanas, pero con esta premisa es la
ciencia de lo justo y de lo injusto, de tal manera que podemos ver reflejado el
principio en el insigne y egregio asturiano, ya que tuvo una formación
enciclopédica, como vemos a través de su biblioteca y la perspectiva de la
consulta bibliográfica que cultivaban los profesores del Grupo de Oviedo, y su
trágica muerte es una realidad histórica de las injusticias que cometen algunos
grupos sociales, que no admiten discrepancia alguna, recurriendo incluso a
destruir la vida ajena, sin respeto alguno al Derecho y a la
Justicia. Descanse en paz nuestro ilustre jurisconsulto-tribuno, y sirva esta
obra, que merece todo nuestro elogio, porque está muy documentada con fuentes de
primera mano e importancia, para rescatar su figura, y valores, en el momento que
nos ha tocado vivir, superando el ostracismo al que se le ha sometido.
Del Prefacio
JUSTO GARCÍA SÁNCHEZ
Catedrático emérito de Derecho romano
Universidad de Oviedo
Agradecimientos.- Esta obra es el producto final de una paciente investigación que me ha
tenido absorto por temporadas; de veinte años en los que he tenido la fortuna
de conocer a muchas y generosas personas, quienes me han asesorado y facilitado
la tarea. Me es imposible citarlas a todas ahora, pero a cada una de ellas la
tengo presente cuando con satisfacción veo cumplido el deseo de verla
publicada.
En primer lugar, tengo que agradecer el apoyo y
colaboración de la familia que forman –formamos– los descendientes de
Melquíades Álvarez, en sus cinco ramas: Álvarez de Miranda, Masaveu, Argüelles,
Álvarez Arias y Álvarez-Buylla. Siempre desprendidos, todos ellos me han
facilitado el acceso a viejos papeles y variados documentos que particularmente
atesoraban como recuerdo de una época ya lejana pero inolvidable, y sin cuya
aportación esta obra no sería la misma. En este caso, la familia ha hecho de
trastienda de mis indagaciones.
En ese sentido, la simple noticia de que estaba
enfrascado en una enjundiosa labor de investigación sobre mi bisabuelo, y la
concurrencia de tales familiares a diferentes reuniones o actos de recuerdo u
homenaje a nuestro común antepasado, fueron un acicate –además de intelectualmente
provechosos– para que todos nosotros estuviésemos aún más unidos. Debo hacer
una mención especial a mi tía Sarah Álvarez de Miranda, escritora, que entre
los familiares fue pionera en rescatar la memoria del «abuelo», con
conferencias y libros importantes.
A mi amigo, el profesor Jesús Mella, investigador
vocacional y gran conocedor del tribuno asturiano. Entusiasta desde un
principio del proyecto que traía entre manos, a él he acudido en innumerables
ocasiones en tan dilatado tiempo en busca de asesoramiento y documentación.
Agradezco a mi primo el abogado Antonio Vela
Ballesteros –con quien comparto despacho– sus aportaciones a mi quehacer
investigador, y la magnanimidad y paciencia demostrada al permitirme almacenar
cientos de libros en la oficina y ocupar más espacio de lo razonable.
Al profesor de Historia del Derecho Fernando
Martínez Pérez, de la Universidad Autónoma de Madrid, que de forma imaginativa
me ayudó a replantear la inicial estructura y finalidad de la obra.
También mi reconocimiento al personal de los
archivos públicos y privados que amablemente me han atendido durante estas dos
décadas de investigación; para todos ellos, mi más sincero agradecimiento,
especialmente al perteneciente a la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación
(Madrid), a la que me honro en pertenecer y en cuya biblioteca empecé este
trabajo sobre Melquíades Álvarez. Tenemos que estar muy orgullosos de estos
profesionales que con su trabajo silencioso y diligente cuidan de nuestro
patrimonio cultural bibliotecario y archivístico, fuente primordial para el
conocimiento histórico.
Es para mí un privilegio que el Servicio de
Publicaciones de la Universidad de Oviedo haya reconocido este esfuerzo –y el
mérito de la obra– al haber acordado su publicación en la acreditada colección Investigaciones de Ciencias Jurídico
Sociales. Dicho Servicio es el principal depositario de los aciertos de
libro y solo míos los errores. Teniendo en cuenta que los primeros estudios
sobre el tribuno en el campo propiamente del Derecho, en la faceta de profesor
universitario, se deben al catedrático de Derecho Romano Justo García Sánchez,
es motivo de orgullo que haya accedido a prologar la presente monografía,
agradecimiento extensible a Santiago García Granda, Rector de la Universidad de
Oviedo; Victoria Ortega Benito, Presidenta del Consejo General de la Abogacía
Española y Luis-Carlos Albo Aguirre, Decano del Ilustre Colegio de Abogados de
Oviedo.
Finalmente, agradezco a todas las personas que he
conocido de cerca y que, a pesar del ineludible paso del tiempo, han preservado
con simpatía y afecto la evocación de Melquíades Álvarez, transmitida por sus
antepasados y compartida conmigo, enalteciéndole siempre. Han sido el motor de
mi tenacidad e ilusión.
Quedo en deuda con todos ellos. Gracias.
Manuel Álvarez-Buylla Ballesteros
ÍNDICE
AGRADECIMIENTOS
PRÓLOGO (Santiago
García Granda, Rector de la Universidad de Oviedo)
PRÓLOGO (Victoria
Ortega Benito, Presidenta del Consejo General de la Abogacía Española)
PRÓLOGO (Luis-Carlos
Albo Aguirre, Decano del Ilustre Colegio de Abogados de Oviedo)
PREFACIO (Justo
García Sánchez, Catedrático Emérito de Derecho Romano la Universidad de Oviedo)
INTRODUCCIÓN
0.1.- Escasez
de fuentes y originalidad del tema
0.2.- Método
de trabajo
0.3.- Estructura
de la obra
1.- LA FORMACIÓN
COMO JURISTA DE MELQUÍADES ÁLVAREZ
1.1.- El
bachillerato en Gijón
1.2.- La
licenciatura en la Universidad de Oviedo
1.3.- El
doctorado y la tesis doctoral
2.- INICIOS DE
LA ABOGACÍA EN OVIEDO
2.1- Colegiado
en Oviedo
2.2.- La
carrera universitaria
2.2.1.- Cátedra de Derecho
Natural de la Universidad de Oviedo
2.2.2.- Cátedra de Derecho Romano
de la Universidad Central
2.2.3.- Cátedra de Derecho Romano
de la Universidad de Oviedo
2.2.4.- El Derecho Romano como base de su formación de
abogado
2.3.- Decano del Colegio de Abogados de Oviedo
2.4.- Primeros
años del matrimonio Álvarez-Quintana
2.5.- La
Extensión Universitaria
2.6.- D. Luis
Caso de los Cobos vs. D. José
Gallinar y otros
3.- APERTURA DE
SU DESPACHO EN MADRID (1901-1910)
3.1.- Cambio
de residencia y constitución del Centro Jurídico
3.2.- La
defensa de la Instrucción Pública en el Congreso
3.3.- Fernando
y Alfonso Sanz vs. rey Alfonso
XII
3.4.- El
Crimen de Mazarete. Defensa de Juan García Moreno y su hijo
3.5.- Accidente
en el Tercer Depósito de Agua de Madrid
3.6.- Ayuntamiento
de Sevilla vs. marquesa de
Isasi
3.7.- Vecinos
de Villanueva de San Carlos vs.
doña Juana Tomás y Tañedo
4.- LA
CONSOLIDACIÓN DE SU BUFETE DE DERECHO GENERAL (1910-1920)
4.1.- Abogado
de primera categoría y aumento de su presencia institucional
4.2.- Defensa
parlamentaria de Francisco Ferrer Guardia
4.3.- Defensa
de José Crespo, Clavell
4.4.- El
reformismo y su programa en materia de Justicia
4.5.- Diario El
Liberal vs. D.ª M.ª Josefa Mussó
4.6.- Causa
del sindicalista Manuel Villalonga
4.7.- Dictámenes
Jurídicos
4.7.1.- Un jurista prototípico
del siglo XIX
4.7.2.- Dictamen sobre el
expediente de deslinde incoado por los concesionarios de la Mina de “San Luis”
4.7.3.- Dictamen sobre derechos,
deberes, responsabilidades, efectos jurídicos y aranceles en las operaciones
que se realicen por su mediación en las plazas donde exista Bolsa oficial de
Comercio
4.7.4.- Dictamen sobre el cumplimiento
de las obligaciones derivadas de la concesión a la Compañía de los Ferrocarriles
del Norte de España
4.7.5.- Dictamen sobre la nulidad
del testamento de la condesa de Bornos
4.7.6.- Dictamen sobre la
Sociedad Gijón Industrial
4.7.7.- Dictamen sobre el proceso
de Altos Hornos
4.7.8.- Dictamen sobre las multas
impuestas por la Autoridad Gubernativa
4.8.- Abogado
del Banco Hispano-Americano
5.- UNO DE LOS
MEJORES BUFETES DE MADRID (1920-1931)
5.1.- Su
bufete y los pasantes
5.2.- Actuación
en estrados durante el Directorio de Primo de Rivera
5.2.1.- Un precedente: asesoramiento
de Miguel de Unamuno
5.2.2.- Defensa de D. Fernando de
los Ríos
5.2.3.- Defensa del senador José
García Berlanga
5.3.- D.ª
Rosario Martínez Mier vs. D.
Marcelino García Manzanal
5.4.- Abogado
de grandes empresas
5.5.- El contrato de concesión de la Compañía
Telefónica
5.6.- Orconera Iron Ore Company Ltd. vs. Fried Krupp
5.7.- Miguel
Fleta vs. Metropolitan Opera
Company
5.8.- Sus
honorarios profesionales: el regalo del «Rolls Royce»
6.- EL DESPACHO
EN LA II REPÚBLICA (1931-1936)
6.1.- La
serena senectud
6.2.- Anécdotas
en estrados
6.3.- Su
intervención en las Constituyentes de 1931
6.4.- Crítica
parlamentaria por la redacción del contrato de Telefónica
6.5.- Defensa
parlamentaria de D. Juan March Ordinas
6.6.- Defensas
penales de Dámaso Berenguer y Jacinto Benavente
6.7.- Decano
del Colegio de Abogados de Madrid
6.7.1.- El Congreso de la Unión
Nacional de Abogados
6.7.2.- La defensa de la independencia
del Poder Judicial. El caso de D. Luis Amado
6.7.3.- Proyecto de Estatuto
General de la Abogacía
6.8.- Una
nueva especialidad: el Derecho de Familia
6.9.- Gonzalo
Díez Limiñana vs. Compañía de
Navegación Vasco-Asturiana
6.10.- Luis
Ballesteros Tejada vs. Comisión
liquidadora del Banco de Castilla
6.11.- Veintitrés
trabajadores vs. CAMPSA
6.12.- Homenaje al profesor Clemente de Diego en
la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación
6.13.- Su
sentencia de muerte
6.13.1.- Defensa de José Antonio
Primo de Rivera
6.13.2.- Su detención como preso
político
6.13.3.- Los sucesos de la Cárcel
Modelo de Madrid
6.13.4.- La hipótesis del
magnicidio
7.- UN ÚLTIMO
LEGADO: SU BIBLIOTECA PARTICULAR
EPÍLOGO: EL
ABOGADO Y EL POLÍTICO
ANEXO I.
CATÁLOGO DE TÍTULOS DE SU BIBLIOTECA PARTICULAR
ANEXO II.
LISTADO DE PLEITOS CIVILES EN LOS QUE INFORMÓ ANTE EL TRIBUNAL SUPREMO
FUENTES Y
BIBLIOGRAFÍA
Fuentes
primarias
a) De archivo
b) Hemerográficas
c) Impresas
d) Otras
Materiales
bibliográficos anteriores a 1936
a) Monografías
b) Artículos en publicaciones
periódicas
Materiales
bibliográficos posteriores a 1936
a) Monografías
b) Artículos en publicaciones
periódicas
c) Otros